Recibiendo los favores de una puta africana
Hace unos días salí de marcha y acabé en la habitación de un hotel con esta negra madurita, que no había tenido reparos en acompañarme hasta allí sabiendo que mis intenciones eran claramente de sexo desenfrenado. De hecho, estaba tan lanzada que fue ella la que se desnudó y empezó a caldear el ambiente si es que no estaba ya caliente,pero mientras la tumbaba en la cama y me la follaba a pelo, me quedé pensando si no estaba en realidad delante de una de esas maduritas casadas e infieles que salían alguna que otra noche para ponerle los cuernos a sus maridos sin ningún remordimiento. Claro que pronto lo dejé pasar, la belleza de esta africana me tenía loco, y su forma de follar también, y al fin que no iba a ser yo quién luciera esa cornamenta.