La amiga de su hermana se cuela en su dormitorio
Cuando eran más pequeñas, las amigas de mis hermanas siempre me incordiaban, entrando en mi dormitorio para espiarme, o rebuscar entre mis cosas para sus ideas retorcidas. Entonces empecé a desconfiar de estas visitas, como podrás comprender, por eso no esperaba la grata sorpresa de esa mañana. Me desperté con una mano recorriendo mi verga, que a esas alturas ya estaba muy dura; y en cuanto vieron que abrí los ojos, una boca se adueñó de ella. Con los ojos y la boca abierta, reconocí a la mejora amiga de mi hermana, ya una jovencita veinteañera que me hacía una mamada de lujo. No podía creer que esta chica gordita me practicara sexo oral como si nada. Y pensé que seguía dormido cuando se dio la vuelta y se montó en mi polla, mostrando su culo gordo en todo su esplendor mientras me cabalgaba.